
Recientemente, un caso conmocionó a la opinión pública: un empresario exitoso, bajo los efectos del alcohol, protagonizó una escena de violencia en un restaurante, terminó agrediendo a personas, embistió el local con su vehículo y hoy enfrenta consecuencias legales, sociales y reputacionales muy serias.
Más allá del escándalo, vale la pena detenernos a reflexionar. ¿Qué sucede cuando una persona con recursos, reconocimiento y logros pierde el control de su vida emocional? ¿Qué pasa cuando el ego, la ira y el dolor acumulado se apoderan de alguien que, en teoría, lo “tiene todo”?
Detrás del éxito aparente: el dolor no sanado
Muchos se han apresurado a juzgar, pero quienes trabajamos en el campo del liderazgo consciente sabemos que nadie actúa así de forma gratuita. Las conductas extremas casi siempre son expresión de un dolor interno no atendido. Al observar el rostro y comportamiento del empresario, lo que aparece no es poder, sino tristeza, frustración, vacío.
Este empresario, que quizá ha creado riqueza y empleo, también ha acumulado resentimiento, culpa y un profundo desequilibrio interno. Aparentemente, también enfrenta una situación difícil en su entorno familiar. Todo esto habla de un ser humano que no ha sabido gestionar su historia emocional ni su mente. Y ese es el gran peligro del éxito no consciente: cuando no hacemos un trabajo interior que nos corresponde, el dinero y el poder amplifican más lo que tú ya eres, en este caso las heridas no resueltas.
Desde la energía del dinero y la abundancia, entendemos que el verdadero éxito no se mide solo por cifras o propiedades. Se mide por tu capacidad de sostenerte en paz, de controlar tu ego en medio del conflicto y las turbulencias emocionales; de liderar desde el equilibrio, no desde el impulso y la rabia.
Este empresario confundió riqueza con impunidad. Pensó que podía resolverlo todo con dinero. Y eso es una ilusión. Una mentira, la abundancia no tiene que ver con acumular cosas o pasar por encima del otros, sino con mantener tu equilibrio en los tres pilares, salud, dinero, amor y las relaciones sin que nada ni nadie afecte tu paz , tener la madurez emocional para responder, no reaccionar.
¿Qué nos enseña este caso a los líderes?
Todos, absolutamente todos los ejecutivos, emprendedores y profesionales estamos expuestos a situaciones de estrés, frustración y desequilibrio. Pero la diferencia está en qué herramientas usamos para transitar esos momentos.
Quiero invitarte a hacerte algunas preguntas esenciales: ¿Cómo estás manejando tus emociones en el día a día? ¿Estás cultivando momentos de pausa, reflexión, conexión con tu interior? ¿Tienes el valor de mirar tu ego y cuestionarlo? ¿Con qué frecuencia haces limpieza emocional de tu mente y tu corazón? ¿Qué tipo de entorno estás construyendo: uno que te ayuda a crecer o uno que te aplaude incluso cuando te estás perdiendo?
Cuando no gestionamos adecuadamente la ira, el resentimiento o el dolor, pueden volverse tan tóxicos como cualquier adicción. Y en segundos, pueden destruir lo que has tardado años en construir: tu empresa, tu reputación, tu familia, tu libertad.
Cuidar la mente es cuidar tu empresa
Tu mayor activo no es tu cuenta bancaria, ni tu red de contactos. Es tu estado interior. La mente es tu aliada más poderosa… o tu peor enemiga. Si no la vigilas, si no la entrenas, ella te puede arrastrar a lugares muy oscuros.
Por eso, el verdadero liderazgo empieza por el autocuidado. Meditación, terapia, espacios de descanso, conexión con la naturaleza, conversaciones sinceras, redes de apoyo emocional. Todo eso no es lujo ni debilidad. Es estrategia de sostenibilidad personal y empresarial.
Este caso no es para señalar, sino para despertar. Hoy fue él. Mañana podrías ser tú si no prestas atención a tus emociones y pensamientos. La ira, la culpa, el odio o el ego no distinguen entre rangos, cargos o marcas. Todos somos humanos y necesitamos herramientas para gestionar lo que sentimos.
La abundancia verdadera es estar en paz, tener un equilibrio en las áreas de tu vida. Ojalá este caso sirva para que más líderes despierten, hagan una pausa, y decidan iniciar un camino de transformación profunda. Porque al final, de nada sirve tenerlo todo, si has perdido tu centro.
Janneth Parra
Gerente Comercial
Inandes Grupo Financiero