
Hay algo profundamente especial en la forma en que los peruanos viven el día a día. Las historias más conocidas siempre están marcadas por celebraciones, platos emblemáticos de la gastronomía nacional, variadas melodías de músicas típicas y, desde hace 90 años, una bebida de sabor inconfundible: Inca Kola. Sin embargo, también hay héroes silenciosos que sostienen esta rutina: emprendedores que abren sus tiendas al amanecer y que convierten su negocio en hogar y su esfuerzo en legado.
Porque todo barrio tiene su punto de encuentro: esa bodega donde el intercambio va más allá de lo comercial y se convierte en confianza. Las bodegas son mucho más que negocios, son espacios donde se construyen vínculos, se comparten historias y se hace frente a los cambios.
El día del bodeguero es una oportunidad para reconocer su dedicación y compromiso que hace posible mantener vivas las comunidades y, de manera inconsciente, construyen el Perú que todos queremos. En el país, hay alrededor de 535 mil bodegas, y solo en Lima se concentran más de 150 mil, según la Asociación de Bodegueros del Perú (ABP).