En los últimos ocho años el mercado asegurador peruano ha crecido a un ritmo de entre 5% y 8%, siendo los seguros vehiculares y de inmuebles los más demandados, seguidos por los seguros por accidentes, enfermedades y previsionales, que han ido en aumento debido a la pandemia, según la Asociación Peruana de Empresas de Seguros (Apeseg). De hecho, al cierre de 2022, las primas de seguros cerraron en casi 19 millones de soles, cifra que registró un ligero incremento de 5,9% frente a 2021 y que acorta la brecha con respecto a la penetración del rubro asegurador en Latinoamérica, que asciende a 2,6% puntos porcentuales del PBI; sin embargo, con este crecimiento también se ha registrado el incremento de fraudes relacionados a los diferentes seguros que existen en el mercado peruano.
Al respecto, de acuerdo con la Asociación de Certificadores de Fraude de Estados Unidos, más del 5% de los ingresos anuales de las aseguradoras se pierden ante la perpetración del fraude, del que se registran un promedio de 2500 casos por año, divididos en 125 países. Estas cifras incluyen sólo los reportes oficiales, por lo que los impactos financieros reales son mayores si se sumaran aquellos casos que no son detectados.
De acuerdo con SAS, especialista en analítica avanzada, Inteligencia Artificial (IA) y gestión de datos, entre el listado de fraudes se pueden crear tres categorías principales: los oportunistas, que se dan de manera ocasional al incrementar los daños de un siniestro real o para compensar una experiencia previa negativa, los cuales suceden con alta periodicidad e importes bajos; el deliberado, es aquel que lleva una planificación para exagerar o fabricar siniestros falsos; y el organizado, que implica un grupo de personas, incluso colaboradores o proveedores de las propias aseguradoras, quienes tienen alto conocimiento de los términos y condiciones de las pólizas, y cuyo volumen es menor, pero generan pérdidas de medias a altas.