Para evitar que la región persista en su dinámica de bajo crecimiento, se requiere de políticas fiscales y monetarias expansivas junto con políticas ambientales e industriales que permitan las transformaciones estructurales que se necesitan y promuevan un desarrollo sostenible.
Esa es una de las principales conclusiones del Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2020, reporte anual presentado recientemente por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En ese documento se plantea la necesidad de priorizar el gasto para la reactivación y transformación económica y social mediante el fomento de la inversión intensiva en empleo y ambientalmente sostenible en sectores estratégicos.
También se sugiere extender el ingreso básico a personas en situación de pobreza; otorgar financiamiento a micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes); entregar incentivos al desarrollo productivo, revolución digital para la sostenibilidad y tecnologías limpias; además, de universalizar los sistemas de protección social.
Se argumenta que más allá de los esfuerzos nacionales, la reactivación y la transformación económica de América Latina y el Caribe requerirán de financiamiento y cooperación internacional.