Hace unas semanas, Miguel me llamó apesadumbrado y me pidió tomarnos un café en el Starbucks del Ovalo Gutiérrez. Acababan de despedirlo de un excelente trabajo; esto lo tomó por sorpresa y no entendía por qué había perdido su puesto. Me explicó que se llevaba mal con su jefe y con algunos de sus colegas, pero que nunca se había imaginado que eso podría costarle el puesto, pues producía excelentes resultados.
He tenido la oportunidad de dar mentoría a muchas personas que no han desarrollado las habilidades, estrategias y comportamientos para navegar “políticamente” con integridad dentro de una organización. Piensan que “hacer política es pecado” y algo desagradable. No saben “venderse” o llevarse bien con otros colegas. Simplemente piensan que dar resultados es suficiente. Muchos sueñan con el mito: “Podría hacer mi trabajo bien y ser promovido si simplemente no hubiera “política” en mi empresa”. Solo me queda decirles, “sigan soñando”.